Viaje a la naturaleza
Por Pablo Sigismondi
¿Por qué un viaje a la naturaleza?
Este constituye un viaje “duro”, a veces extenuante, a veces de bastante trajín: en gran parte del circuito nos moveremos en camión, un camión especialmente acondicionado y cómodo en el cual arrancaremos el viaje desde Ciudad del Cabo, una de las capitales de Sudáfrica.
A lo largo de los días, rumbo al norte, entraremos a Namibia para visitar los santuarios naturales del Cañón del río Fysh, las dunas del desierto del Namib, la costa y el maravilloso parque nacional Etosha.
Después, rumbo al naciente, entraremos en Botswana para conocer el delta del río Okavango, el mayor delta interior del mundo, y luego el Parque Nacional Chobe, sitio que concentra la mayor cantidad de elefantes del mundo. Finalmente, concluiremos el circuito en las magníficas Cataratas Mosi Oa Tunya, más conocidas como Victoria, la más grande caída de agua del mundo, una gigantesca línea de falla en la cual el río Zambezi se desploma 120 metros de altura a lo largo de una fosa de 2200 metros de longitud.
Si tuviera que destacar uno de estos lugares, sería…
Hemos definido a este recorrido como “viaje a la naturaleza” porque es justamente la naturaleza en su más acabado sentido y en su mayor dimensión la que nos acompañará todo el tiempo. De allí también proviene lo que decíamos al comienzo: a veces la incomodidad o los trajines de sitios maravillosos pero algo cansadores.
Siendo así, es de destacar que en cada lugar podremos vivir alguna faceta de la Naturaleza, a veces muy distinta la una de la otra. Por ejemplo, en el río Fysh se destaca su cañón, una obra de arte geológica que lo ubica sólo por detrás del famoso Gran Cañón del río Colorado; también las Cataratas del Zambezi asombran por su magnificencia. En Etosha, en Okavango y en Chobe, son los animales, la fauna primigenia, lo que deberemos celebrar. No todos los días uno ve elefantes, leones, rinocerontes, jirafas, antílopes y muchos otros animales en su estado natural, pastando en extensas planicies, bebiendo en charcos de agua, luchando por la vida.
Recomendaría…
Empecemos al revés el circuito: recomendaría un buen paraguas para caminar al costado de las Cataratas Victoria y no quedar tan empapados…recomendaría calzado y ropa lo más cómoda posible y buen humor y espíritu de camaradería para disfrutar los tramos en camión.
También recomendaría llevar buenos binoculares y, para quienes deseen fotos de animales lo más nítidas posibles, cámaras y lentes de largo alcance.
En qué te podría cambiar la realización de este viaje
Lo que se destaca en este circuito es la vida salvaje, la vida en su estado primitivo, casi como alguna vez pudo haber sido antes que la civilización planetaria y los seres humanos invadiéramos cada rincón de la Tierra.
Por eso, la realización de este circuito permitirá descubrir esa cara ancestral del mundo y, si nos proponemos reflexionar, también nos ayudará a comprender mejor como viven aún otros pueblos, especialmente los nómades y los bosquimanos.
Este viaje debería también enseñarnos a cuidar los espacios vírgenes que nos quedan, los que reducimos día a día más y nos debería comprometer con la vida en todas sus formas, para entender que, en definitiva, los seres humanos somos una más –tal vez la más importante, tal vez!- de las especies que habitan la Tierra y debemos fomentar el cuidado del medio ambiente estemos donde estemos, para heredárselos a quienes nos sigan lo más intacto posible.
En definitiva, es un viaje para comprender que somos una parte más de la Creación y para comprender que esa Creación es tan rica como diversa y frágil. Es un viaje para volver felices cada vez que nos volvamos a conectar con la tierra, con el viento, con la lluvia, con los insectos…con el Cielo y, por supuesto con la gente.
0 comentarios