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Viajá con Pablo Sigismondi

Viaje a lo místico

Viaje a lo místico

Por Pablo Sigismondi

 

 

¿Por qué un viaje a lo místico?

Este es un viaje que nos lleva al centro de la espiritualidad y la mística del mundo: el Subcontinente de la India. Viajaremos a un país donde la búsqueda de la trascendencia del alma se puede respirar y vivir en sus calles, templos y aldeas, estemos donde estemos. Entre tantos lugares, visitaremos el centro espiritual y religioso Hindú más importante del mundo, la ciudad sagrada de Varanasi o Benarés, ubicada a orillas del -también- sagrado río Ganges. Allí, donde millones de personas se dan cita para oficios fúnebres, podremos caminar por sus calles y apreciar, en vivo, la riqueza de esta creencia milenaria.

También visitaremos la capital de la India, la ciudad de Delhi y la ciudad de Calcuta, hoy llamada Kolkata, uno de los lugares más impactantes del mundo. Y, obviamente, una de las perlas de la arquitectura –para muchos, la construcción más bella del mundo- el célebre Taj Mahal, en la ciudad de Agra.

Además, y si las condiciones del tiempo nos lo permiten, después de recorrer el valle de Katmandú y sus templos, volaremos hacia el este del mismo para apreciar desde el aire la magnífica cordillera del Himalaya y los picos más altos de la Tierra.

 

Si tuviera que destacar uno de estos lugares, sería…

Es difícil reducir un viaje tan lejano y a un mundo tan distinto al nuestro a un solo lugar. De todos modos, por su impacto, no me cabe duda que la ciudad de Varanasi resultará inolvidable lugar de destino. También destacaría el Valle de Katmandú y sus magníficas montañas.

 

Recomendaría…

Lo primero que le recomendaría es tratar de quitarse los tapujos y preconceptos que tenemos de la India, de intentar abrir su mente para poder disfrutar de un mundo que, a veces, nos resulta no sólo muy extraño sino contradictorio y hasta chocante por sus prácticas culturales y su gentío presente por doquier.

En efecto, hay que recordar que, en apenas una superficie algo superior a la de nuestro país, allí habitan más de 1200 millones de seres humanos (una quinta parte de la población mundial) y muchas veces las muchedumbres terminan agobiando al visitante.

Les recomendaría no llevar indumentarias de colores rojos ya que suele suceder, al caminar por las calles, que alguna vaca o cebú se pueda enfurecer ante ese color que los inquieta de sobremanera.

Le recomendaría además llevar lo imprescindible y lo personal, sin transportar demasiado, para disfrutar mejor el circuito y para que, de así elegirlo, vuelvan con sedas y telas y productos de excelente manufactura y precios.

 

En qué te podría cambiar la realización de este viaje

Lo primero que puede cambiarnos es la percepción del mundo y de nuestros sentidos. Viajar al Subcontinente es un asalto a los cinco sentidos, es un constante regocijo de colores, a veces de sabores y aromas, de ruidos, de vida y de movimiento incesante en todo lugar.

Por eso, acostumbrados a nuestro individualismo muy occidental y a la distancia con las demás personas, el viaje a la India introduce al visitante a un sitio donde podrá experimentar que, nunca o casi nunca, estará alejado de masas humanas que deambulan por la calle, por los templos, por cada rincón del país.

Además, el viaje a la India, un verdadero llamado espiritual para quien así lo siente y lo busca vivir, significa un regocijo para el alma y un cuestionamiento hacia todo lo que creemos y lo que damos ya por sentado y afirmado en nuestra cotidianeidad. Creencias como la reencarnación de las almas pueden asombrarnos, pero son prácticas comunes en este mundo. Viajar a la India no es ir a conocer un país solamente, es ir a conocernos a nosotros mismos, a nuestro propio interior; es sacudirnos por dentro, tanto como si nos llevara un vendaval. Claro está que todo dependerá de esa predisposición interior para receptar de su mundo milenario y su cultura lo que de ella resulta inolvidable: que pese a sus limitaciones materiales, a veces más que evidentes, la gente parece sumida en una profunda alegría, en celebración permanente y en contacto con el cosmos.

 

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Viaje a la naturaleza

Viaje a la naturaleza

Por Pablo Sigismondi

 

 

¿Por qué un viaje a la naturaleza?

Este constituye un viaje “duro”, a veces extenuante, a veces de bastante trajín: en gran parte del circuito nos moveremos en camión, un camión especialmente acondicionado y cómodo en el cual arrancaremos el viaje desde Ciudad del Cabo, una de las capitales de Sudáfrica.

A lo largo de los días, rumbo al norte, entraremos a Namibia para visitar los santuarios naturales del Cañón del río Fysh, las dunas del desierto del Namib, la costa y el maravilloso parque nacional Etosha.

Después, rumbo al naciente, entraremos en Botswana para conocer el delta del río Okavango, el mayor delta interior del mundo, y luego el Parque Nacional Chobe, sitio que concentra la mayor cantidad de elefantes del mundo. Finalmente, concluiremos el circuito en las magníficas Cataratas Mosi Oa Tunya, más conocidas como Victoria, la más grande caída de agua del mundo, una gigantesca línea de falla en la cual el río Zambezi se desploma 120 metros de altura a lo largo de una fosa de 2200 metros de longitud.

 

Si tuviera que destacar uno de estos lugares, sería…

Hemos definido a este recorrido como “viaje a la naturaleza” porque es justamente la naturaleza en su más acabado sentido y en su mayor dimensión la que nos acompañará todo el tiempo. De allí también proviene lo que decíamos al comienzo: a veces la incomodidad o los trajines de sitios maravillosos pero algo cansadores.

Siendo así, es de destacar que en cada lugar podremos vivir alguna faceta de la Naturaleza, a veces muy distinta la una de la otra. Por ejemplo, en el río Fysh se destaca su cañón, una obra de arte geológica que lo ubica sólo por detrás del famoso Gran Cañón del río Colorado; también las Cataratas del Zambezi asombran por su magnificencia. En Etosha, en Okavango y en Chobe, son los animales, la fauna primigenia, lo que deberemos celebrar. No todos los días uno ve elefantes, leones, rinocerontes, jirafas, antílopes y muchos otros animales en su estado natural, pastando en extensas planicies, bebiendo en charcos de agua, luchando por la vida.

 

Recomendaría…

Empecemos al revés el circuito: recomendaría un buen paraguas para caminar al costado de las Cataratas Victoria y no quedar tan empapados…recomendaría calzado y ropa lo más cómoda posible y buen humor y espíritu de camaradería para disfrutar los tramos en camión.

También recomendaría llevar buenos binoculares y, para quienes deseen fotos de animales lo más nítidas posibles, cámaras y lentes de largo alcance.

 

En qué te podría cambiar la realización de este viaje

Lo que se destaca en este circuito es la vida salvaje, la vida en su estado primitivo, casi como alguna vez pudo haber sido antes que la civilización planetaria y los seres humanos invadiéramos cada rincón de la Tierra.

Por eso, la realización de este circuito permitirá descubrir esa cara ancestral del mundo y, si nos proponemos reflexionar, también nos ayudará a comprender mejor como viven aún otros pueblos, especialmente los nómades y los bosquimanos.

Este viaje debería también enseñarnos a cuidar los espacios vírgenes que nos quedan, los que reducimos día a día más y nos debería comprometer con la vida en todas sus formas, para entender que, en definitiva, los seres humanos somos una más –tal vez la más importante, tal vez!- de las especies que habitan la Tierra y debemos fomentar el cuidado del medio ambiente estemos donde estemos, para heredárselos a quienes nos sigan lo más intacto posible.

En definitiva, es un viaje para comprender que somos una parte más de la Creación y para comprender que esa Creación es tan rica como diversa y frágil. Es un viaje para volver felices cada vez que nos volvamos a conectar con la tierra, con el viento, con la lluvia, con los insectos…con el Cielo y, por supuesto con la gente.

 

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Viaje a lo bíblico

Viaje a lo bíblico

Por Pablo Sigismondi

 

 

¿Por qué un viaje a lo bíblico?

Porque es un viaje a los orígenes de nuestra cultura, de nuestra religión y de nuestra civilización, ya que abarca lugares que son imprescindibles si uno quiere entender las problemáticas del mundo de hoy y lo que fue en la antigüedad.

Vamos a hacer un viaje que en su recorrido incluye a Egipto, Jordania, Israel y que va a concluir finalmente en Dubai.

Decimos que es a lo bíblico porque es un viaje en el que vamos a visitar esos centros espirituales de la humanidad que tienen su epicentro en la ciudad santa de Jerusalén, una ciudad considerada sagrada para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el Islam.

Vamos a visitar Belén, el sitio de nacimiento de Jesús. Vamos a visitar también Jericó, el Mar muerto, el río Jordan donde Jesús se bautizó. En Jerusalén vamos a visitar tres templos sagrados: la Mezquita de la Roca –considerada el tercer lugar santo del Islam-; la Iglesia del Santo Sepulcro, centro espiritual de la cristiandad y el Muro de los Lamentos, epicentro de la religión judía.

En Egipto vamos a explorar su magia en lugares de 4500 años de antigüedad, como las pirámides de Gizah, que siguen deslumbrando a quienes las contemplan; también vamos a navegar por las míticas aguas del río Nilo, el más largo del planeta. Luego nos dirigiremos hacia Jordania, donde estaremos –entre otros lugares- en la maravillosa ciudad de Petra, tal vez la joya más impactante que se pueda conocer. Finalmente, concluiremos este periplo en la ultramoderna ciudad de Dubai en los Emiratos Árabes. 

Valga decir que también vamos a ver cosas desagradables, como el muro que separa los Territorios Ocupados de Palestina e Israel. Pero es parte de la realidad que se vive allí y que no se puede obviar. Diría que es un viaje que nos va a permitir abrir los ojos sobre la cuestión religiosa, que a veces vemos como tan lejana, fuera de la vida cotidiana en nuestra sociedad. En efecto, descubriremos que en aquella parte del mundo se vive todo el tiempo y en cualquier lugar la religiosidad en el ambiente: hay una especie de atmósfera o clima religioso las 24 horas del día, especialmente en Jerusalén.

Como broche de oro del viaje y también como para relajarnos un poco de tanta espiritualidad y carga mística, los últimos días en Dubai van a ser de tranquilidad, alojados en hoteles de máximo confort y con la opción de hacer compras de productos de última tecnología. Porque, de alguna manera Dubai es el Hong Kong del Oriente Próximo, donde están los adelantos más sorprendentes. Además, nos va a maravillar la arquitectura de Dubai, lo que se ha construido y lo que se está construyendo.   

 

Si tuviera que destacar uno de estos lugares, sería…

Destacaría en primer lugar Jerusalén, ya que cuando se ingresa a la Ciudad Vieja, pareciera que el tiempo no ha transcurrido desde épocas milenarias. Además por la espiritualidad que emana de sus templos, de su gente…

Destacaría también las pirámides de Egipto, porque es como tener 4500 años de antigüedad frente a nuestras narices…

Por último, la ciudad de Petra. Pocos lugares en el mundo tienen la magia de poder entrar (a pie o montado en un burro) por un largo desfiladero natural excavado por el agua, el llamado siq, hasta toparse con el Templo del Tesoro…

Petra es una ciudad de kilómetros, kilómetros y kilómetros de templos y edificios excavados en la roca, que finaliza en un lugar en el que vamos a subir casi mil peldaños tallados en la montaña, para llegar al más gigante y grandioso de todos los templos que tiene Petra, que es el Templo de la Urna. Un templo que tiene la increíble dimensión de 35 metros de alto por 53 de ancho y es una fachada magnífica. Luego allí es posible ver la puesta del sol. Cuando uno ve los interiores (a los que no siempre se puede acceder) de estos edificios, nota la vista queda asombrada ante el decorado natural, porque todas las formaciones de las montañas están adentro, son parte de la arquitectura misma. Y se ven colores y formas maravillosas.

 

Recomendaría…

Recomendaría un buen sombrero, mucha agua mineral, ganas de caminar, especialmente para Petra, Jerusalén y las pirámides. Para dar una idea, rodear las pirámides implica una vuelta a la manzana de 5 kilómetros en medio del desierto. Si los viajeros se animan, podremos experimentarlo también, porque justamente la idea de estos viajes es presentar opciones diferentes a lo que normalmente se ofrecen en algunas excursiones. Recomendaría también llevar una Biblia, para que los textos bíblicos (más allá de las creencias de cada uno) ayuden a interpretar mejor lo que iremos conociendo en los distintos lugares, para entender mejor esta parte de la historia que vamos a ir viendo. Creo que para las personas creyentes la energía que siente por ejemplo en el Santo Sepulcro, en la Piedra de la Unción por ejemplo -donde fue colocado el cuerpo de Jesús al ser bajado de la cruz- es una experiencia de tipo mística que creo no existe en otro lugar de la cristiandad, ni aún en el Vaticano, por su carga emocional e histórica. Creo también que tenemos que prepararnos para mucha tolerancia, mucho diálogo y mucha comprensión con las otras creencias.

 

En qué te podría cambiar la realización de este viaje

Es un viaje que debería aportarnos mucha luz al diálogo interreligioso, a la posibilidad de ayudar a esta parte del mundo a que pueda alcanzar la paz, una convivencia pacífica, especialmente entre el pueblo palestino e israelí. Por lo que es la Tierra Santa y Jerusalén, creo que podría ayudarnos a la idea de la convivencia entre las diferentes religiones, ayudarnos a entender la diversidad y sobre todo que podamos aportar nuestro granito de arena en acercar a estos pueblos que tanto dolor y sufrimiento han tenido y siguen padeciendo en nuestros días. Como argentinos, tenemos la posibilidad de dar un ejemplo de convivencia pacífica en nuestra tierra de esas creencias, ya que aquí todos convivimos en armonía. Para los creyentes, deseamos también a que este viaje nos ayude a entender más y mejor nuestra propia fe y nuestra mirada sobre la fe. En definitiva, debemos recordar que este viaje es un encuentro al centro geoteológico de la humanidad, al centro de la espiritualidad de las religiones del Libro.

 

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Viaje a las culturas milenarias

Viaje a las culturas milenarias

Por Pablo Sigismondi

 

 

¿Por qué un viaje a las culturas milenarias?

Definiría este viaje como un viaje al pasado y hacia el futuro al mismo tiempo, ya que recorreremos maravillas de la arquitectura humana como la Muralla China, de más de 6000 km de longitud, creada originariamente para detener a la caballería mongol. O también la Ciudad de Xian, que alberga más de 7000 estatuas tamaño real de soldados o la Ciudad Prohibida de Beijing…

Y, por otro lado, también hacia el futuro ya que a través de este viaje se podrá apreciar el enorme avance tecnológico y científico de grandes capitales del mundo, como Tokio y Pekín. Avances en edificación, comunicación, etc. que permiten a los visitantes, de alguna manera, el poder ver hacia el futuro. Incluiría también en este viaje hacia el futuro a Mongolia, ya que se trata de una sociedad en pleno traspaso del nomadismo típico de la Edad Media hacia la nueva sociedad mundializada de nuestro tiempo.

Pero este viaje hacia el pasado y hacia el futuro también lo podremos experimentar en nuestra propia piel: tendremos la magnífica posibilidad de vivir la gran aventura de retornar al nomadismo que nos caracterizó a los seres humanos hace miles de años atrás. En efecto en Mongolia podremos vivir como vivían (y continúa algunos haciéndolo en la actualidad).

 

Si tuviera que destacar uno de estos lugares, sería…

Si tuviera que destacar un lugar sería la estepa de Mongolia, por los espacios abiertos que presenta, por esa añoranza de libertad, de cielos azules, de animales en el campo, de vida nómade. Pero también destacaría Beijing, una ciudad hermosísima, ideal para andar en bicicleta gracias a sus espacios planos, amplios y preparados para este medio de transporte. Y Tokio, en el sentido de una ciudad ultramoderna, prácticamente nueva. Aunque si me tuviera que quedar sólo con un destino, sería con la estepa mongol, que además resulta casi desconocida para la mayoría de la gente.

 

Recomendaría…

Recomendaría mucho espíritu de aventura, tratar de leer alguna literatura de estos destinos, alguna novela ambientada en China o Mongolia o Japón. Recomendaría también no preocuparse por lo que uno va a llevar para el viaje, ya que llegaremos a China y allí se produce todo lo que consumimos en el mundo. Si no llevamos abrigo lo conseguimos en China, si no llevamos cámara allí la conseguiremos, y así... No me preocuparía qué llevar, salvo elementos personales muy específicos y personales como una medicina que se pueda necesitar. Viajar libre o ligero de equipaje nos va a permitir además comprar muchas cosas en el mercado chino, y nos va a permitir volver con recuerdos de allí, sin necesidad de salir como equecos desde Córdoba.

 

En qué te podría cambiar la realización de este viaje

Nos podría cambiar la mirada de la sociedad argentina. Ver que pese a las diferencias y desigualdades que se pueden apreciar y se viven en la sociedad de China, hay una pueblo muy dinámico, que progresa a ritmos agigantados; hay una sociedad que se está transformando (especialmente China) en el epicentro del mundo, que está trasladando el centro geopolítico del mundo, que había estado en el siglo XX en Europa y luego en EEUU a partir de la Segunda Guerra. Ese centro se está desplazando hacia el Lejano Oriente otra vez, como dando una vuelta manzana alrededor del planeta. Podría, porqué no, ayudar a entender al viajero en qué invertir o cómo negociar con China. También nos permitiría entender, para el caso de Mongolia, que alguna vez, hace milenios, vivimos como nómades y que aún hoy, sigue habiendo gente en el mundo gente que lo sigue haciendo de esa manera, por elección. Gente que vive gracias a sus ganados, especialmente camellos y caballos.

 

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